La otra cara del placer


Las relaciones sexuales menos convencionales son a menudo más placenteras, quizá porque también son (o parecen) más temerarias, menos responsables, menos mesuradas, mas lúdicas.
Muchísimas personas encuentran sexualmente excitante proporcionar o recibir pequeñas agresiones cariñosas, como mordiscos, palmadas y pellizcos, o se someten voluntariamente durante el acto sexual a fantasías de dominación y sumisión, en todo caso, no se trata de dar rienda suelta a la crueldad o de ejercer la tortura, sino de encontrar, como en todos los juegos eróticos, la combinación más satisfactoria de ternura y dureza. Un poco de ferocidad puede resultar muy agradable.

El BDSM (Bondage, Disciplina, Sadismo y Masoquismo) se basa en el respeto mutuo y la confianza. Antes de entrar en "materia" toda relación, ya sea esporádica o fija, ha de establecer unos límites y unas reglas que ninguna de las dos partes debe romper bajo ningun concepto.
Unos, queremos sentir en nuestro cuerpo la liberación y el placer que el dolor, ya sea ajeno o propio, nos proporciona. Buscamos una satisfacción, más o menos rápida, a nuestra líbido, ya sea en forma de sumisión o de dominación, utilizando las prácticas de BDSM como una válvula de escape a los problemas cotidianos, a las frustraciones diarias.
Otros, buscamos mas allá, queremos seguir probando, explorando, poniendo a prueba no solo nuestra concepción de la sexualidad, sino en muchos casos nuestro interior, llegar a conocernos mejor, a aceptarnos, profundizando en nuestras mentes, liberándonos de prejuicios y tabúes, dejando a un lado el falso pudor, y despojándonos de trabas internas y limitaciones.
Y la mayoría intentamos encontrar un equilibrio mente-cuerpo, con el que disfrutar en nuestros ratos de ocio, y hasta en algunos casos, durante las 24 horas del día.

Existen tantos tipos de prácticas de BDSM como personas, y todas son igual de válidas, mientras sean vividas entre adultos que consienten.

No hay comentarios: