El Encuentro


El encuentro, el salvaje, el que se produce una, dos, tres veces a lo largo de toda la creación, el nuestro, siempre inacabado, sin principio, apenas sospechado y dentro, internado en nuestras mentes racionales e irracionales, en los senderos de lo que creemos percibir como voluntad, como destino, como control, como camino, y no es sino un sendero bronceado por las hierbas, apenas definido, como boca desdentada y madura, indescriptible, a veces, muchas veces, inexistente. El encuentro emocionado en un azote, en un beso, en una caricia liviana, serena, escasa, en la mirada cómplice del otro, la nuestra en sus pupilas, enterneciendo el tiempo en una atadura o en un suspiro contenido de anuencia.
Sincero encuentro de seres que se buscan, que se buscaban, que se temían, que se sospechaban y que se encuentran, casi sin querer, con rubor, con el latido sostenido, sin querer hacer ruido, todo puede estallar, estalla.
La maravillosa presencia de un Amo, de una sumisa, la eterna imagen de su mirada hacia el suelo de la observación paciente, del consuelo de su calor, de la suavidad de sus telas, de su piel, de sus ojos, de sus labios, labios infinitos, labios maduros, labios serenos, vivos, calientes, ligeramente sabrosos, y retorcidamente míos.
La magia de un encuentro universal y privado, perteneciendo a quien tomó con valentía la decisión de encontrarse, merece ser arrebatada al orden y al caos, arrebatarse al infinito para hacerlo nuestro, porque si no lo haces, serás castigado por el Amo Universal que percibirá tu desprecio, la innoble condición de un ser mezquino e inmaduro, que no se atrevió a tomar con su mano, solo con su mano, lo que la diosa casualidad le brindaba, como siempre, regalando el todo sin saber que así lo hace y sin pedir nada a cambio. Te convertirás en ratón, en sapo de cloaca y nadie vendrá a salvarte porque perdiste tu oportunidad de ser tú, de ser Amo, de ser sumisa, y nadie, jamás se atreverá a perdonarte, porque el Amo universal lo convertiría en estatua de sal, de azúcar o en merengue pegajoso.
¿No percibes que tu encuentro está cerca? No importa, llegará, sin estridencias, sin alborotos, colándose por los rincones que dejas en tu mente, alcanzando suavemente tus instintos, controlando cada gota de tu humedad, sudor, flujo, esperma, que brotará de tus entrañas, como brota salvaje la hierba en primavera, como explota el deseo en el Amo y la sumisa que por fin vuelven a ser lo que fueron, una relacion bdsm siempre lo merece.


Autora: una sumisa

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