
Guiados por el ansia de absoluto, todo tiene que ser extremo: las relaciones han de ser 24/7 porque si no, parece que son "poca cosa", las sumisas han de hacer una entrega absoluta, porque si no, no son buenas sumisas. Los Amos han de ser SuperMegaAmos. La experiencia de un Amo ha de ser larguiiiisima, si no, no será un buen Amo y es en general rechazado por las sumisas (¿alguna sumisa ha caído en el "pequeño detalle" de que todo Amo debe tener una primera vez y que esa primera vez ha de ser con una sumisa?)
Así pues, guiados por el absoluto parece que nuestra devoción por el BDSM debe ser más y mayor cada día y por supuesto no terminar nunca.
Pero el ser humano es finito. No es una máquina industrial que siempre va a más y más. El ser humano cambia, oscila y se adapta. Así pues, ocurre -y he visto que ocurre a menudo- que de pronto sentimos un hartazgo, un "esto ya no me llena" o "ya he perdido la ilusión”.
Pero eso, lejos de preocuparnos lo debíamos entender como algo natural, como parte del proceso de nuestra mente.
Unas veces el hartazgo vendrá como consecuencia de un fracaso en una relación o una mala experiencia, otras veces simplemente porque ya no apetece.
Deberíamos entender que lo más probable es que las razones profundas que nos llevaron al BDSM están aún dentro de nosotros y como ocurre en la mayoría de las veces, estás volverán a hacerse presentes como las mareas en su continuo ir y venir.
Así pues, lo que NO deberíamos hacer es tomar decisiones definitivas basándonos en un momento de falta de "absoluto" y por el pequeño detalle de que a nuestra mente le apetezca un descanso.
No deberíais echar vuestros juguetes al río, porque lo más probable es que algún día los echéis en falta.
Autor: El Faro